domingo, 3 de julio de 2011

Más de dos.

Se nota que la cabeza a veces no me da para tanto, pero en este frenesí de locura que me toca, y las circunstancias que me aterran, siempre sale un sol. Resplandecen ante mí, a cualquiera le vendría bien, pero soy tan celosa que no las quiero compartir.
Un fin de semana me avisa que hay algo latente que todavía no perdí, me hacen saber que siempre sigue habiendo una razón entre tanta desolación. Volver a disfrutarlas como nunca, y como siempre. No encuentro palabras en este cajón tirado de ilusiones, porque no se pierden, tampoco se encuentran, simplemente aparecen y me hacen sonreír.
Cada día que pasa me doy cuenta un poco más de que un día dije: si, acepto. Un matrimonio un tanto anormal, y de muchas personas. Somos una especie de animales extinguidos que viven corriendo sin cesar, amando el arte de disfrutar y delirar. Son un karaoke viviente, lleno de emociones parecidas, jamás iguales, que luchan por salir. Expresarse de diferentes maneras es su especialidad, y en ese confesionario casi irreal podemos contar hasta como cagar. La boca sucia va y viene, como esas hamacas que visitábamos en las noches de verano. Una filmación me trae a la cabeza proyectos divertidos pero tirados a la deriva, en ese inservible cerebro que pone el freno y deja al cuerpo ser, descargar y alegrarse.
La cabeza recibe diferentes transmisiones, y hoy te transmito agradecimiento y delirio. Una noche más que pasa, sin recordar detalles pero sabiendo que fue una más, una más de esas que quedarán para siempre. Hay noches que me ayudan a concretar la idea que madurar no es nuestra característica, tampoco queremos que lo sea. Quiero que vuelva ese verano que pasó, o que vuelvan y ya está. Nunca necesitamos ni gente, ni lugar, necesito sus cabezas para pensar y largar al filo del silencio todo eso que las aqueja.
Pueden pasar muchos años, y así me sirve en comparación, ustedes nunca crecieron y siguen manteniendo esa especialidad que las hace únicas, que las hace ser de mi entorno, y yo ser el de ustedes. Qué sería de nosotras sin nosotras mismas? A donde correría cuando ya no queda a quien acudir?
No dejaré que se derrame una gota más de infelicidad, porque sino nos protegemos nosotras, afuera nos matan.
Seguir sumando característica y halagos a personalidades tan diferentes se tornaría un trabajo imposible de terminar en esta vida. No perdamos el tiempo en estupideces, tampoco ahorremos demasiado, simplemente dejemos fluir el ser enjaulado que sale cuando menos lo espera. Dejemos que se rían de nosotras, y NO con nosotras, porque una sonrisa desconocida me provoca irritación, pero una sonrisa de cada una de ustedes me produce una satisfacción que no se explica. Sean simples y nada más, no busquemos más agua en el desierto. A comer un buen asado, masticar con la boca abierta, algún eructo y una puteada colada sobre el resto, y no se olviden de avisar cuando van a cagar.

No había duda de que hablaba de ustedes, ¿o sí?