martes, 12 de julio de 2011

Cien veces no puedo.

Te lo repito 99 veces que no puedo hacerlo ni una vez, o mejor te digo que puedo una vez sola pero las restantes 99 son imposibles.
Estos días salgo poco, no hay nada afuera que me llame la atención, todo está en mi computadora, mi mundo, mis relaciones y ella subjetiva. Cuando vuelvo, ya de noche, paso por la estación de servicio que están arreglando, pero sigue abierto el kiosco. A veces está la morocha con cara de orto, otras veces está el clon de Silvina Luna en gorda y un poco mala onda también, otras veces está esa señora, que me atrevo a llamarla así porque por chusma sé que es casada y tiene uno, o tal vez dos hijos. Después vienen los hombres, a veces está ese que es parecido al pelotudo de Leandro Penna y otras veces está el cuatro ojos, que es bastante simpático. Hoy me tocó el último que nombré. Son muchos y siempre se rotan, todos los días encuentro uno diferente en el mismo horario.
Una vez adentro del mini shop fui directo a los chocolates, busqué la barra de Cofler pero, como de costumbre, no había más. Vi una interesante barra de bon o bon que contenía adentro "arroz", así decía el paquete. Lista la barra, me dirijo a la caja y ahí mismo agarro los dos sapitos. Tengo tres chocolates en mi mano, una barra para mi mamá con maní como le gusta, y dos ranitas de chocolate rellenas con más chocolate y cereales para mi sobrina. Cada vez que vuelvo de la calle hago lo mismo, $4 todos los días.
Desde que dejé de comprarme atados de puchos mis ahorros aumentaron inmensamente, y esa manía de querer gastar y hacer regalos a la vez me lleva a eso. Sin embargo, esos ahorros que ya me alcanzan para cambiar mi vieja notebook finalmente tendrán otro fin, esperemos que sean bien gastados.
Todo esto me lleva a la idea de hombre de casa que tomo, tal vez chongo también, en donde tengo que traerle un regalo todos los días a la ama de casa (mi mamá) y a la más chiquita de la casa (mi sobrina). No sé porque tomé esa costumbre de mi viejo, y me encanta verdaderamente. La cagada es que ya no soy la más chiquita, y en consecuencia tampoco recibo regalos, pero me gusta agasajar a mis mujeres. Tampoco me olvido de mi novia a la cual la tengo bien atendida con chocolates, y caros encima porque no come cualquier cosa. Yo a fin de mes me pregunto en que me gasto la plata, si se hacen cuentas se entiende.
La verdad que estoy hecha un chongo, mañana soluciono eso.


Ya fue, sale birrita en la playa de Rosario.

No hay comentarios: