domingo, 29 de noviembre de 2009

Lo vieejoooo.

Cuando algo cambia parece difícil de asimilar, de hecho que lo es, un viaje de ida.
Los retornos nos enseñan que nunca tendríamos que haber vuelto, lo inconfuso se torna preocupante e inaccesible.
Vuelta a la esquina y el faso que no prende, la gente desaparece, corriendo por la astuta lluvia que engaña hasta el mismo termometro, que sin aire no es capaz sobrevivir un día más.
Cuando te acordas de que el tiempo pasa, que el reloj no frena como quisieramos, te acordas de las miles de obligaciones pendientes que tenes, de los cumpleañeros, de mamá y papá, el perro y el gato, los amigos y el sabado. Innegablemente van de la mano, como la cerveza y el pucho, Susana y Mirtha, el sol y el calor.
Que un día colgado conlleva retos por parte de un superior, pero no siempre tenemos el día perfecto. Podría citar claramente a Mafalda: "Paren el mundo que me quiero bajar", y el freno de mano no lo encontramos, los pies te los sacaron el día que firmaste el primer papel a los 8 años.
Entonces, se propone NO pensar, NO vivir, pero a su vez intentar sobrevivir a un mundo que se maneja a tiempos irreales sin ningún sentido.


Yo antes escribía más lindo, y ese texto ya lo subí pero me gusta que se le va a hacer.